Separarse no es solo dejar de estar con alguien. Es también encontrarse con preguntas que no siempre tienen respuesta. ¿Qué falló? ¿Qué hice? ¿Qué quise?
En un análisis, una separación puede ser el inicio de un trabajo profundo: no para cerrar rápido el duelo, sino para darle lugar a lo que dolió, a lo que se puso en juego, a lo que se repite en los vínculos.
Separarse, muchas veces, es también abrirse a un nuevo deseo. No como reemplazo, sino como apuesta singular.